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Cuando a un familiar le diagnostican Alzheimer

  • Foto del escritor: Lic. Nuñez Emanuel
    Lic. Nuñez Emanuel
  • 10 nov 2020
  • 3 Min. de lectura


La palabra Alzheimer no se pronuncia, hay cierta distancia y por lo general se suele evitar, quisiera que nos preguntáramos ¿por qué? y la respuesta lisa y llanamente es porque nos genera miedo y nos aterra pensar que nosotros o algún ser querido, pueda recibir este diagnóstico, en relación a ello además la información que la sociedad dispone es escasa y lamentablemente en muchas ocasiones es inexacta y cargada tanto de prejuicios, estigmas como de mitos.


Empezamos con este encabezado por que es una descripción ajustada a la realidad que podemos observar, sin embargo la presencia de esta enfermedad no es el final de todo. Si bien la enfermedad de Alzheimer avanza inevitablemente, lo hace de una manera muy lenta y es allí donde tenemos que poner nuestra atención.


Cuando un diagnóstico de Alzheimer le es dado a un paciente, se produce un impacto altamente significativo, tanto para él como para su familia. Desde ese momento todo cambia, se replantea, se reorganiza, se movilizan emociones muy cargadas.


Nadie está preparado para afrontar una situación así y mucho menos para afrontarlo solo, por lo que estar acompañado se vuelve fundamental, por lo que tener redes de contención se vuelve una necesidad.

Y como parte de esta red de contención está la familia y el equipo de profesionales que intervienen en los tratamientos, propiciando en todo momento la mejor calidad de vida, tanto para el paciente como para su familia.


Estar acompañados por profesionales especializados, le irá permitiendo a las familias mayores oportunidades de conocer el proceso evolutivo de la enfermedad, al mismo tiempo que irán enriqueciendo sus estrategias de afrontamiento, ajustado a expectativas realistas y a la planificación del futuro, centrados en el presente.


La mente de la persona con Alzheimer y en consecuencia su conducta, va ir cambiando cada vez más y al mismo tiempo que esto ocurre, irán cambiando también sus cuidadores, acomodándose a la nueva situación que la enfermedad presenta, por lo que es muy importante tomar muy en serio la salud mental para así poder buscar herramientas para gestionar las emociones y sentimientos asociados a la tarea de cuidar, que en ocasiones pueden ser perjudiciales como la sobrecarga, el estrés y los sentimientos de culpa. En esto la psicoterapia puede ser clave.


Cuando un diagnóstico se da, es porque después de reiterados estudios y pruebas se ha llegado a esta conclusión, es porque la persona ha cambiado o bien cambiará, es porque el cerebro ha sufrido un deterioro y lo seguirá haciendo. Dentro del cerebro se van produciendo modificaciones proteicas y químicas, cambios en la anatomía y fisiología, en suma, son cambios que tienen impacto en el deterioro de las capacidades mentales y también conductuales.

Todo esto repercute de lleno en el funcionamiento de la persona, puede ocurrir que se olvide de las cosas, que pregunte reiteradas veces algo, que le cueste organizar y ejecutar ciertas acciones, que le cueste expresar palabras o seguir el hilo de las conversaciones, puede presentar cambios de humor esporádicos, puede tener dificultades para relacionarse con otras personas, aprender una nueva información y retenerla se vuelve todo un desafío.


Y es muy importante comprender, ya desde el inicio del diagnóstico, que estos cambios y síntomas van a ser parte de la condición misma de la enfermedad y que debemos hacer un esfuerzo por no atribuirle una intención (negativa) al paciente.


Para afrontar el Alzheimer, quisiéramos una milagrosa pastilla, que pueda curar la enfermedad, pero hasta la fecha esto no es posible, pese a los enormes esfuerzos que la comunidad científica realiza por conseguirlo. Respecto a los tratamientos farmacológicos, existen distintos tipos de fármacos que intentan frenar el curso de la de la enfermedad y estos tratamientos farmacológicos deben también estar acompañados por tratamientos no farmacológicos como la estimulación cognitiva que promueven estrategias para estimular las funciones cognitivas y así enfrentar mejor los síntomas. Las intervenciones terapéuticas también deben contemplar a la familia del paciente y a sus cuidadores por lo que se suelen realizar reuniones con ellos, las cuales denominamos psicoeducación familiar.



Es importante que como familiares brindemos nuestro apoyo, que vayamos aceptando que el Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa, es decir que progresara con el tiempo, pero que más allá de esto, un diagnóstico idealmente temprano nos da mejores oportunidades de intervenir, con la adquisición de mayores herramientas que fomenten la mejor calidad de vida para el paciente y su familia.



Escrito por:

Licenciado en Psicología

MP. 11415

Neuropsicología clínica

ESTIMULACIÓN COGNITIVA - EVALUACIÓN NEUROPSICOLÓGICA - PSICOEDUCACIÓN FAMILIAR TURNOS DISPONIBLES

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